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“Crónica del Perú” de Pedro Cieza de León I: la visión del soldado

Publicado: 2010-09-07

Pedro Cieza de León, soldado y escritor, estuvo en el Perú durante las guerras civiles y formó parte del bando realista. Su posición política es clara: Gonzalo Pizarro y los encomenderos rebeldes son traidores al rey y deben ser derrotados. El país debe ser pacificado cuanto antes para así poder implantar en él un conjunto de instituciones legales capaces de promover la justicia y el buen trato a los indígenas. Este último punto es importante para Cieza, que no deja de ser consciente de ciertos abusos cometidos anteriormente.

El texto de Cieza inicia con un recorrido geográfico que va de norte a sur, explorando una realidad espacial determinada por la ciudad, centro de irradiación de orden y legalidad. Partiendo desde Panamá, Cieza brinda informaciones diversas  sobre la fundación de las ciudades del territorio del Perú. La urbe aparece representada a partir de cuatro criterios centrales: su acceso a ríos, la calidad de sus caminos, la seguridad ofrecida a sus habitantes, los recursos naturales disponibles. Cieza se concentra, sobre todo, en las ciudades costeras, puesto que su itinerario sigue el curso de la navegación costera por el Mar del Sur, bordeando la costa del Pacífico hacia Chile.

El registro de la experiencia de navegación incluye tres dimensiones: está la descripción geográfica de los accidentes encontrados; está el censo de los puertos y las ciudades españoles que van saliendo al paso del viajero; está el reconocimiento de un espesor histórico prehispánico, existente en toda la zona recorrida, que permite realizar una suerte de estratigrafía del espacio socio-cultural. Para Cieza, sería posible hablar de un palimpsesto español-indígena. Lo indígena es parte del pasado, pero su presencia en la actualidad es innegable.

Cieza se fija, también, en los usos y costumbres contemporáneos de los indígenas que habitan esas tierras cuando él las descubre. Por ejemplo, entre los capítulos VI y VIII, aparecen observaciones bastante detalladas sobre los indígenas del Darién: la preparación de un mortífero veneno, la organización social, los ritos funerarios (temas que interesarán mucho y de forma recurrente al Cieza “antropólogo”). Así, no sería inexacto notar que la investigación etnográfica es otra de las dimensiones de la “Crónica del Perú”.

Un punto muy significativo es la perspectiva desde la cual el Cieza-explorador narra: a pesar de que Cieza se desplaza navegando entre ciudades, no pocas veces desciende a tierra; por ello, estamos ante la crónica de un “soldado de a pie”, un personaje terrestre que escribe "a ras del suelo" y, quizá por ello, con gran apego al detalle vívido, en consonancia con la aspereza del lento y difícil avance. Sería interesante comparar esta visión terrestre y fundamentalmente empírica del caminante, legitimada por el conocimiento de primera mano, con la panorámica apolínea de Gómara en la “Historia general de las Indias”: como se sabe, Gómara nunca llegó a pisar América.

Muy distinto de Gómara, Cieza tiene la posibilidad de dar cuenta de los cambios demográficos sufridos por las zonas de su expedición. Por ejemplo, consigna los procesos de migración, desplazamiento y despoblamiento de las comunidades indígenas; sin embargo, no culpa a los españoles de estos fenómenos, como haría un Las Casas, sino que los sitúa en el contexto de las mismas sociedades indígenas: el canibalismo y la negativa a dedicarse a la agricultura serían las razones principales.

Por otra parte, y al igual que en “El señorío de los incas”, aquí se percibe una nítida frontera entre lo inca y lo pre-inca, es decir, entre la civilización y la barbarie.


Escrito por

Luis Hernán Castañeda

Escritor. He publicado las novelas "Casa de islandia", "Hotel Europa", "El futuro de mi cuerpo" y "La noche americana".


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